Por: Carola Mejía (LATINDADD)
Artículo publicado en la revista: Pulso Ambiental, revista política y de debate – Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Argentina, agosto 2022.
I. INTRODUCCIÓN
A pesar de su riqueza natural y cultural, la mayoría de los países del sur global enfrentan históricamente serios problemas estructurales: pobreza, falta de acceso a salud, educación, servicios públicos y seguridad social, altos niveles de desempleo, informalidad y endeudamiento, que se han agudizado con la pandemia y con los impactos negativos en el aumento de los precios de alimentos y energéticos, derivado de la actual guerra entre Rusia y Ucrania. Estos países también están sufriendo los peores impactos del cambio climático, a pesar de haber contribuido muy poco a este problema global, y enfrentan costos de endeudamiento más elevados debido a sus vulnerabilidades climáticas.
El presente artículo demuestra cómo, después de tantos años desde la conquista y colonialismo, el Sur Global sigue sujeto a mecanismos neocoloniales, relacionados a un sistema financiero totalmente injusto y antidemocrático, que pretende perpetuar a toda costa la dependencia de los países desarrollados, y se evidenciará también cómo la deuda y la actual crisis climática están estrechamente relacionadas.
II. DESAFÍOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Además de todas las vulnerabilidades que América Latina y el Caribe (ALC) enfrenta tanto derivado de problemas estructurales ya existentes, que fueron profundizados por la pandemia de COVID19, es también una de las regiones más vulnerables al cambio climático, a pesar de no ser altamente responsable de este problema global, considerando que aporta menos del 10% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que generan el cambio climático. Un ejemplo de ello es la ocurrencia cada vez más frecuente de eventos climáticos extremos, como huracanes, sequías prolongadas, tormentas y heladas que derivan en inundaciones y afectaciones a la producción de alimentos en toda la región, así como daños en la infraestructura. Otros efectos tienen que ver con el retroceso de glaciares, la propagación de enfermedades como el Dengue y con incendios forestales cada vez más incontrolables (LATINDADD, 2021a).
Todos estos eventos de origen climático derivan en desastres que afectan a la población y a los ecosistemas, generan millonarias pérdidas económicas que deben ser cubiertas con recursos propios o a través de deuda, generan también migraciones de grupos afectados, y ponen en riesgo la seguridad alimentaria, hídrica y energética, así como la supervivencia de muchas especies, incluida la especie humana, considerando que la ciencia ha dado un plazo menor a 10 años para hacer frente a la actual crisis climática, a través de transformaciones sin precedentes en los actuales modelos de desarrollo, en busca de alternativas en las que se deje de depender del consumo de combustibles fósiles y se pueda vivir respetando los límites planetarios (LATINDADD, 2021a).
III. DEUDA Y CRISIS CLIMÁTICA
a) La histórica deuda climática de los países del Norte Global
Las economías del norte global han acumulado una enorme deuda climática con la humanidad debido a su contribución desproporcionada a la emisión de dióxido de carbono (CO2) y otros GEI que causan el cambio climático. A 2019, China, Estados Unidos y los países de la Unión Europea, fueron los principales emisores de CO2.
Si bien a lo largo de las negociaciones internacionales en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), se ha reconocido que existe una responsabilidad común pero diferenciada, no se avanzó mucho en el apoyo técnico y financiero que los países desarrollados han comprometido para apoyar a los países más vulnerables al cambio climático a adaptarse a sus efectos y transitar hacia economías descarbonizadas.
Los países desarrollados se comprometieron a movilizar USD 100 mil millones anuales a partir de 2020, sin embargo, esta meta aún no se ha cumplido, y se anunció que será cumplida en 2023 y que se está analizando la posibilidad de incrementarla, ya que es altamente insuficiente.
Lo que más preocupa es que dicho financiamiento esté siendo movilizado principalmente a través de préstamos. A nivel global, en 2019, los préstamos representaron el 70% del financiamiento climático público (OECD, 2021), y en la región de ALC se evidenció que aproximadamente 90% del financiamiento climático internacional movilizado en 2018, llegó a través de préstamos, principalmente de bancos multilaterales de desarrollo como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de desarrollo de América Latina (CAF) (LATINDADD, 2021b).
Si bien se han creado fondos climáticos multilaterales como el Fondo Verde del Clima, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Fondo Adaptación, han resultado complejos, burocráticos e ineficientes, considerando que, en algunos casos, el tiempo que toma desde que se presenta una propuesta y el desembolso de los recursos, puede demorar años.
b) Los efectos de la deuda y la crisis climática en ALC
Los países que han acumulado niveles de deuda insostenibles tienen un espacio fiscal y oportunidades muy reducidos para invertir en adaptación y mitigación al cambio climático, para recuperarse adecuadamente de las pérdidas y daños causados por eventos climáticos extremos cada vez más severos, y para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Por ello, su única opción es recurrir a financiamiento internacional.
Como ya se mencionó, dicho financiamiento llega al sur global principalmente a través de préstamos, lo que aumenta niveles de deuda que ya son altos en un contexto de múltiples crisis.
Por ello, varias organizaciones que trabajan en el tema de deuda y justicia climática establecen que la actual crisis climática está alimentando la acumulación de deuda en los países del sur global, y que existe una doble relación entre ambos problemas. Por un lado, a mayor deuda, los países del sur global priorizarán el pago de esta, lo que derivará en un menor espacio fiscal para invertir en medidas de mitigación y adaptación, para responder a las situaciones de emergencia, y reducirá las posibilidades de inversión social y de atender necesidades básicas de la población.
Para garantizar el pago del servicio de la deuda, los países también tendrán mayor presión para sobreexplotar los recursos naturales y promover actividades extractivas y contaminantes, principalmente en los sectores de hidrocarburos, minería, agroindustria, profundizando el sistema extractivista que se ha perpetuado en la región y que no ha cumplido con la promesa de crecimiento, por el contrario, deriva en vulneración de derechos, con serias afectaciones socioambientales.
El costo del servicio de la deuda también puede afectar en gran medida a las mujeres y los niños, que son los grupos más vulnerables de la sociedad en la mayoría de los países del sur global. Esto es así porque cuando los gobiernos reducen el gasto público, lo hacen en protección social.
Por otro lado, a mayor vulnerabilidad climática de los países del sur, los costos de los préstamos pueden ser más altos, podría existir mayor volatilidad macroeconómica, mayor riesgo de insostenibilidad de deuda y un menor prospecto de crecimiento a largo plazo, en desmedro de los países menos desarrollados y en desarrollo, y dentro de ellos, de los grupos más vulnerables.
La crisis climática exacerba la vulnerabilidad de endeudamiento en los países de la región, afectando principalmente a los grupos más vulnerables, lo que implica que se están acumulando injusticia sobre injusticia en el mundo (EURODAD, 2020).
Es en ese contexto, que LATINDADD, junto a 242 organizaciones y redes de la sociedad civil, forma parte de la Campaña global “No hay Justicia Climática sin Justicia de Deuda”, que se construye bajo la premisa de que los países del Sur Global están pagando injustamente la deuda climática de los países del Norte, incluso con altas tasas de interés.
Entre sus propuestas se promueve una reforma a la arquitectura financiera mundial centrada en las personas y la vida, y no en ganancias, que incluya un marco justo, transparente y multilateral para la resolución de la crisis de deuda y que deje atrás mecanismos neo-coloniales; se exige revisar el enfoque de sostenibilidad de deuda para que incluya derechos humanos, ODS y riesgos climáticos; se exige la movilización de financiamiento climático nuevo y adicional que no genere deudas (principalmente donaciones), que supere la meta actual y sea suficiente para responder a las necesidades reales de mitigación climática, adaptación y daños y pérdidas de los pueblos y comunidades del Sur Global; también se exige que este financiamiento sea principalmente público, y que se duplique el financiamiento para adaptación; también se propone la creación de un mecanismo automático para la suspensión, cancelación o reestructuración de la deuda, que abarque a los prestamistas públicos y privados, después de eventos climáticos extremos.
Conoce en detalle las propuestas ingresando a: https://debtgwa.net/debt-and-climate
Referencias bibliográficas:
LATINDADD. (2021a). “Vulnerabilidad climática de América Latina y el Caribe en un contexto de pandemia”
LATINDADD. (2021b). “Análisis del financiamiento climático internacional en américa latina y el caribe, desde un enfoque de justicia climática y financiera”
EURODAD. (2020). “Una historia de dos emergencias: La interacción de la deuda soberana con la crisis climática en el Sur Global”
OECD (2021). “Climate Finance Provided and Mobilised by Developed Countries: Aggregate Trends Updated with 2019 Data”