Volver a usar modelos prepandémicos no dará nuevos resultados y seguirán dificultando acceso a mejores condiciones de vida para más del 50% de la población latinoamericana.
El crecimiento económico latinoamericano de los últimos 20 años ya mostraba problemas estructurales incluso antes de la pandemia causada por la COVID-19. Las desigualdades se mantuvieron y muchos grupos poblacionales permanecieron rezagados frente a otros. Entre estos grupos se encuentran las mujeres, es decir más del 50% de la población.
El aumento del Producto Interno Bruto (PIB) y del Ingreso Nacional Bruto (INB) permitió ubicar a la mayoría de los países en el grupo de países de ingreso medio-alto según el Banco Mundial lo cual contrasta con los escasos avances en la reducción de las desigualdades y de los factores que determinan importantes vulnerabilidades económicas y sociales, tal como lo señala el Atlas de Vulnerabilidades[1].
La reciente publicación “¿Qué crecimiento económico necesitan las mujeres? Propuestas para un desarrollo con perspectiva de género en América Latina y el Caribe”, desarrollado por Cristina Pereira Vieceli para LATINDADD expone los desafíos que tienen los países de la región para lograr que el desempeño económico beneficie a las mujeres y contribuya al desarrollo de nuestros países.
CAMINO ACCIDENTADO
El crecimiento sostenido no ha permitido poner a América Latina en una trayectoria firme hacia el desarrollo. Las políticas y los indicadores de éxito se han concentrado en aspectos macroeconómicos como el desempeño económico y la estabilidad macroeconómica de los países. El PIB, la estabilidad de precios, el equilibrio fiscal, el nivel de reservas, el pago de la deuda y la cuantía de inversión extranjera directa han estado en el centro de las devaluaciones, quedando fuera indicadores que reflejan el bienestar de las personas.
Apenas se ha podido incorporar en el debate a la pobreza monetaria, indicador claramente insuficiente para evaluar las capacidades y oportunidades de las personas y sus familias.
Además de lentos, los logros alcanzados han mostrado debilidad. Con la llegada de la pandemia la evidencia[2] indica que las mujeres fueron las primeras en sentir sus consecuencias con las pérdidas del empleo, el aumento de la sobrecarga de trabajo no remunerado y los problemas en el acceso a servicios de salud. Esta situación empeora en los hogares de ingresos más bajos, ya donde las mujeres están sobrerepresentadas.
El inicio de la recuperación económica muestra que ellas no han podido aun ubicarse en los niveles anteriores a la pandemia en muchos indicadores. Un estudio[3] muestra retrocesos de casi una década, revirtiendo los logros de más de una década en apenas 1 año de pandemia.
Al considerar la situación de las mujeres, es posible ver que, si bien hay mejoras en sus condiciones de vida, estas han sido lentas y no fue posible cerrar las brechas que existen con los hombres, grupo que tampoco muestra una situación que garantice una vida digna.
Por estas razones, la recuperación económica basada en el mismo modelo de crecimiento anterior a la pandemia será claramente insuficiente para garantizar la autonomía económica de las mujeres, la reducción de las brechas con los hombres y entre diferentes grupos de mujeres, el ejercicio de sus derechos y, en definitiva, su emancipación en todos los ámbitos.
“¿Qué crecimiento económico necesitan las mujeres? Propuestas para un desarrollo con perspectiva de género en América Latina y el Caribe, escrito en tres idiomas: español, inglés y portugués; es un aporte de LATINDADD al debate sobre la realidad y el contexto que viven a diario millones de mujeres latinoamericanas.
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[2] https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45335/5/S2000261_es.pdf
[3] https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/46633/5/S2000740_es.pdf