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Justicia Fiscal

Tasa global del 15% planteada por G7 a grandes corporaciones no beneficiará a países en desarrollo

Expertos en tributación y justicia fiscal estiman que esta medida es insuficiente y solo beneficiaría a Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos.

Aunque ha sido celebrada como un pacto “sin precedentes” y de “avance histórico” hacia una reforma de la tributación global, el acuerdo alcanzado por el G7 para fijar un impuesto mínimo universal del 15% para las sería insuficiente, pues este solo beneficiaría a los países más desarrollados.

Luis Moreno, coordinador del área de Justicia Fiscal de la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social – Latindadd, estimó que el acuerdo alcanzado por el G7 (grupo que reúne a Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) “es un cambio global en las normativas pero solo beneficia a los países más desarrollados, o sea a los del G7 y quizá a algunos del G20, el resto de países solo recibirá una minúscula parte”.

 “Esto es un cambio global en las normativas, pero en América Latina con ese 15% los países recibirán casi nada. Es una declaración potente. Pero fijar un impuesto mínimo global no es suficiente, no alcanza y es un beneficio solo para países desarrollados y deja al resto del mundo a la cola de esta propuesta tal y como está diseñada”, precisó Moreno, también integrante del consejo de coordinación de la Financial Transparency Coalition.

Nada para celebrar

Si bien la mayoría de medios de comunicación han dado cuenta del acuerdo como un logro positivo para el mundo, este no sería así, pues los países en desarrollo y en general los países del sur global no recibirían ningún beneficio tras esta modificación.

De acuerdo a diversos reportes de prensa, las empresas globales como Amazon, Google o Facebook serán las más afectadas por esta nueva tasa, pues hasta ahora legalmente pueden tributar en países con condiciones fiscales ventajosas (como paraísos fiscales o territorios con muy baja tributación) para el negocio y ganancias que generan en otros países. Con este cambio, los países ricos buscan evitar una «carrera a la baja» en las políticas fiscales y que las empresas paguen en los países en los que venden sus productos y servicios y no en donde declaren sus beneficios.

Moreno, quien también es parte del comité de coordinación de la Alianza Global por la Justicia Fiscal (organización nominada al premio Nobel de la Paz) detalló que para las organizaciones globales de sociedad civil que trabajan e investigan sobre justicia fiscal, este acuerdo “es un fracaso en términos de que todo el mundo fuera del G7 quedará sin obtener ganancias con este impuesto, dinero que se necesita hoy más que nunca para paliar las necesidades y crisis que ha provocado la pandemia por la Covid-19, pandemia que ha sido precisamente el evento que disparó las ganancias de las grandes corporaciones tecnológicas a nivel mundial”.

Propuestas más equitativas

El representante de Latindadd detalló que la propuesta que inició el debate discutido en el G7 fue planteado por el presidente de Estados Unidos Joe Biden, quien desde su toma de mando manifestó que era hora de cambiar las normas fiscales globales. La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, había anunciado que su país apoyaría la creación de un tributo mínimo global a las sociedades para poner fin a «30 años de carrera a la baja en las tasas de impuestos corporativos». La tasa propuesta por el gobierno de la Casa Blanca era de un 21%.

Bajo esta propuesta también está la planteada por la OCDE, que habla de un 12% global, más relacionada a la economía digital. Ahora en julio en la próxima reunión del G20 se tendrá que adoptar una decisión sobre estas cuestiones.

“Hay mucho tira y afloja, pero con el ingreso de Biden él lanzó una propuesta más fuerte que era subir ese impuesto mínimo global al 21%. Por ejemplo, organizaciones como Tax Justice Network han planteado que esta tasa debería llegar a un mínimo de 25%”, precisó Moreno.

Urge transparencia fiscal y financiera

Por su parte, Adrian Falco, coordinador de la Red por Justicia Fiscal de América Latina y el Caribe señaló que “es un paso importante hacia la reforma tributaria global, pero hay que ver que esta tasa mínima global no se convierta en un máximo global. Un 15% es muy poco”.

Precisó que, por ejemplo, países como Argentina tienen una tasa para el impuesto de sociedades muy superior a lo planteado por el G7, por lo que advirtió que es necesario vigilar para que la tasa mínima que propone el G7 no se convierta en el largo plazo en la tasa máxima.

Falco precisó que junto con este tipo de modificaciones, lo que se debe hacer es ajustar “el trabajo del G7 y del G20 en mejorar la transparencia en información fiscal y financiera que intercambian los países, para determinar quién paga qué y donde lo paga. Mientras las administraciones tributarias no tengan esa información va a ser muy difícil detectar la elusión y evasión fiscal. Esta decisión del G7 es un paso importante que se queda corto para lo que de verdad se necesita”.

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